miércoles, 7 de diciembre de 2016

No he vuelto a soñar.
Ya no sueño, he dejado de hacerlo. He dejado de soñar contigo.
No te conozco, ni tu a mi tampoco y estoy segura de que tu muerte es innecesaria, pero he dejado de soñarte.
Gemían las olas que se atrevían a dudar de mi palabra al decir que ya no te sueño. Que ya ni siquiera recuerdo tu voz. Tiene gracia, amor, ver como en tan poco tiempo he conseguido olvidarme de tu intangible rostro. 
Las flores que antes nos susurraban se han callado para siempre y ahora nada logra aplacar este dolor. Ni siquiera la primavera ha querido quedarse conmigo, se ha marchado, haciendo que todo se vuelva frío y gris. 
Hemos dejado de buscarnos, ya no nos soñamos y ahora ese frío nos cala hasta los huesos.
En silencio, buscabas la manera de sostener el cielo con tus manos y recorrían tus ojos cualquier esbozo de luz que conseguía atravesar el cristal de mis ventanas.
Flanqueabas todos mis muros, en pasado, ahora ya no te sueño.
Nos hemos consumido hasta desgastarnos, y ya ni mi tristeza es mía; ni yo siquiera. 
Tú, incorpóreo, escapabas de mi pecho haciéndome dudar hasta de mi propia existencia. Descansabas sobre mi alma, desnuda de toda duda, y te tumbabas a oír unos latidos de un corazón en el que hace tiempo que la sangre está en mal estado. En ese momento Fuimos, fuimos solo por un instante; una fracción de segundo en la que temíamos la despedida, en la que nos dimos cuenta que era un error seguir fingiendo algo inexistente; bonito, pero inexistente. No te preocupes, no nos juzgo, el olvido se encargará de perderte. Y lo juro, esta será la última vez. 
No volveré a coserte los sueños a mi costado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario