viernes, 11 de julio de 2014

Otra botella de whisky, por favor.

-¡Maldita sea!- Se susurró a si misma cuando miró debajo de las sábanas y no encontró ropa alguna.
Miró a su alrededor y vió como toda su ropa y la de él estaba desperdigada por la habitación.
Y él. ¿Quién era él? Se preguntaba una y otra vez.
No se acordaba de nada de aquella noche.
Vió que una sombra estaba entrando por aquella puerta y se hizo la dormida.
Él entró. Se sentó a los pies de la cama. Y finalmente si tumbó a su lado.
Ella se giró adormilada, dándole la espalda.
Y él se metió entre las sábanas y dejó subir su mano por el cuerpo de aquella dama.
Ella se estremeció cuando comenzó a tocarla, y se giró para verle la cara.
Cuando lo hizo, vió como un rostro con una preciosa sonrisa y unos ojos color miel se acercaba a su boca.
Él intentó besarla y ella esquivó sus labios y le preguntó quien era.
-¿Quién soy? ¿Quién eres? ¿Quienes somos? Nadie lo sabe.
Ella no entendió la respuesta y dejó que sus labios reconocieran los de aquel hombre.
Se levantó, se vistió y cuando se disponía a salir, entonces apareció.
La verdad entraba por la puerta al mismo tiempo que su realidad se estrellaba contra las paredes de la habitación de aquel hotel.
Una mujer llegó con una botella de Whisky en la mano; les miró y entre sollozos salió corriendo.
Ella se giró y sin entender muy bien el porqué, dió un tortazo a aquel hombre.
No estaba segura de lo que había pasado aquella noche, pero lo hizo. Le dió un tortazo y salió corriendo  tras aquella mujer.
Bajó las escaleras todo lo rápido que pudo para intentar alcanzarla.
¿Esa mujer? Tampoco sabía quien era esa mujer; pero esa mirada se la quedó clavada en la sien.
No sabía muy bien lo que estaba haciendo. Acababa de salir corriendo de la casa de un desconocido y estaba corriendo por la calle en busca de una mujer que nunca antes había visto.
Estaba loca. ¿Qué había bebido aquella noche para hacer esa tontería?
Esa mujer desapareció. No la encontraba por ningún lado, así que volvió a la casa de aquel hombre para recoger su bolso.
Cuando llegó a la casa comenzó a oír unos gritos, pero no se atrevía a llamar.
¿Qué serían esos gritos? ¿Qué estaría pasando?
Llamó al timbre y una chica diez años más joven que ella abrió la puerta. Estaba medio desnuda, y con la camisa de él, que ella se había puesto la noche antes.
Ella y otras tantas mujeres.
Ella entró con una botella de Whisky en la mano, cogió su bolso y entre sollozos salió corriendo.
Exactamente igual que la otra mujer.
La chica que estaba allí se giró, le dió un tortazo y salió corriendo detrás de ella. Pero no la encontró.
Aquella mujer desapareció. Quiso desaparecer.
Como la mujer del día anterior.
Para que mañana otra mujer con una botella de Whisky en la mano, fuera la protagonista de aquella historia de mierda.