lunes, 11 de abril de 2016

Los gusanos que fueron mariposas.
Acelera, sístole no viene.
Patada en el tórax, respira profundo. Sangra por la boca, las cicatrices han estallado en su interior.
Acelera, diástole nunca vino.
Venció a la puñalada. Ya no sangra, no le queda sangre.
Frena.
Has mudado la piel y escuece. Te arañas.
Despierta.
Has salido del plástico, has estallado la burbuja. 
Eres la libélula que sobrevuela precipicios.
Eres el insecto que hace el amor mientras vuela.
El insecto más rápido, escurridizo, el que nunca se dejará coger.
Dejaste todos tus poemas en un vertedero.
Te tiraste en plancha contra los escombros, y no te hiciste ni un roce. Me sobrevolaste, me sobreviviste.
Has lanzado piedras a mi espalda, quemaste lo que quedó de mi, lloraste mi pérdida.
Decidiste arrancar mi vena aorta, clavaste el cuchillo en la femoral. Me rompiste los nudillos, estuviste a punto de vaciarme por dentro.
Los gusanos ahora siguen vagando por dentro de mi. No me tengas miedo, amor, quizá algún día se conviertan en mariposas y escapen volando de mi boca.