jueves, 19 de febrero de 2015

Manos de hierro.
La fría tarde de un sábado de enero. Iba a salir de casa y solo me faltaba el olor a café por el pasillo. Estaba temblando, me mire al espejo y me Sonreí. Me marche con un "adiós, llegare pronto".
De camino a la estación iba riendome por la calle, pensando que en cuestión de segundos su mirada y la mía se encontrarían.
Me pare frente a la estación, temblaba, cuando de repente le vi acercarse hacia mi
Di un par de pasos, insegura, y mirando casi al suelo le dije hola en voz baja;al segundo tenía sus labios contra los mios.
El no se lo pensó dos veces y lo primero que hizo fue besarme.
Nos fuimos calle arriba y en una de mis miradas vergonzosas hacia el suelo, vi su mano; como llamándome, como diciéndome que le agarrara.
¿Que tontería verdad? ¡Debería haberle tocado el culo!
Pero lo único que quería era cogerle de la mano, como una cría pensaréis.
Y lo reconozco, yo lo pensaba.
¿cogerse de la mano? ¡que cursi!
Hasta que tienes la necesidad de que sus dedos y los tuyos acaben entrelazándose.